El 1 de abril de 2015, apostamos al negro, y salió negro (y blanco). Apostamos por lo que nuestros padres (escépticos) y el Ministerio de Hacienda (inmisericorde) llamaban “cuenta propia” y también salió negro ( y blanco); y sobre todo apostamos por la comunicación, como tal, sin más adjetivos, y también salió negro ( y blanco): un logo de pantones 419 y 000, black&white ; y una ilusión.
Han pasado tres años y los mismos colores continúan siendo una palabra, comunicación, que constituye, en nuestro caso en un solo concepto, objetivos tan manidos de cualquier proyecto: visión, misión y valores.
Un primer año impar de incertidumbres, miedos, búsqueda de un lugar en el complejo mundo de las “agencias boutiques” (y de un espacio físico), e incorporación de compañeros de aventura.
Un segundo par de respiro, redefinición, risas, retos, resultados y “buen” rollo (nos apellidamos ERRE).
Y un tercero, de nuevo impar, de estabilidad, crecimiento y capacidad para seguir apostando por nuestro emblema bicolor y de nuevo un verbo: COMUNICAR.
En definitiva, unas cuantas manos de ruleta sin trucos, con una estrategia única de observación, diálogo y trabajo, pero con la suerte depositada en las mejores fichas: clientes y medios.
Atrás ha quedado el infértil debate entre digital y papel: la convivencia es buena. Lo importante es saber qué y cómo lo queremos; escuchar y crear juntos. Comprender las necesidades individuales y obtener la solución más adecuada. Confianza en lo que contamos y por qué lo hacemos.
Nada es nuevo, pero sí nos distingue la pasión: porque sólo desde ahí lograremos ser diferentes; y porque nuestras fichas blancas y negras, medios y clientes, merecen que vivamos su proyecto como propio.
Para ellos es el agradecimiento, crupiers diarios al lado de quienes absorbemos para crecer. Nuestras verdaderas fichas ganadoras, y (qué suerte tenemos) diversas en actividad y tamaño. De un lado startups que caminan con la misma dosis de incertidumbre y éxito; también pymes consolidadas por derecho propio y ejemplo a seguir, sin miedo a Goliat; y además grandes corporaciones multinacionales, auténticas escuelas de aprendizaje.
De otro, compañeros del entrópico mundo de la información, en continua reinvención desde la omnicanalidad. Enormes profesionales capaces de sentir la noticia y permanecer siempre alerta, a pesar de las inclemencias de un sector que sufre.
Gracias por “hacer juego” con Eme Erre, las rondas deben continuar, el blanco y el negro apostados sobre un tapete siempre apasionante, repleto de futuras historias. Bajo el paraguas de un nuevo paradigma digital que depara tecnologías en evolución permanente, increíblemente capaces de mejorar nuestras vidas, necesariamente narradas mediante una buena historia. Porque han de ser entendidas como soluciones creadas por personas, comunicadas por personas y para personas.
Impar, par, impar, blanco, negro. Gracias.
“Mi más sincera y cariñosa enhorabuena a todo el equipo y en especial a Mamen Rodrigo que con su esfuerzo, talento e ilusión ha superado este reto tan difícil”.